Editorial
El pasado 28 de junio, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) aprobó la declaratoria de inconstitucionalidad sobre la prohibición del uso lúdico y recreativo de la mariguana en México, es decir, que quedó avalada su despenalización. Más que la legalización del consumo de mariguana, llama la atención el criterio de los ministros de la SCJN para tomar esta decisión aduciendo derechos humanos y libertades coartadas. Si se aplicaran estos mismos criterios para otras prohibiciones, se terminaría legalizando cualquier otra droga o, por ejemplo, la bigamia o hasta tener su propio harem si ése es su gusto y no “hacen daño a nadie”. Estas decisiones de la Suprema Corte deben verse dentro de un contexto más amplio, vienen precedidas de directrices de organismos internacionales que imponen usos y costumbres antipopulares en todos los países saltándose la democracia. Los miembros de la SCJN llegarán a las conclusiones que les ordenen estos organismos internacionales, aunque tengan que inventarse argumentos absurdos.