Editorial
Este año se cumplieron 106 años de la muerte en París, Francia de don Porfirio Díaz, personaje ineludible de mencionar en la historia de México. La historia desde el punto de vista de los gobiernos postrevolucionarios, desde 1917 hasta la fecha, evade admitir los enormes avances en tecnología, comunicaciones, mejora de todos los puertos y aduanas importantes, el comercio y, sobre todo, el desarrollo industrial acelerado y una cantidad enorme de obras de infraestructura. Por desgracia, sólo se le recuerda como un dictador que se perpetuó en el poder pensando sólo en su beneficio, nada más falso, ya que nunca surgió una figura política que hiciera contrapeso al control político que ejercía Porfirio Díaz. Los logros de su Gobierno son inobjetables. Hoy, los restos del General Porfirio Díaz Mori deben descansar en México. Quizá, de regresar sus restos mortales, éstos no deban recibir un funeral de acuerdo con la investidura que tuvo, pero sí reconociéndole como un gran visionario y transformador del México atrasado del siglo XIX a un impulsor del México pujante de inicios del siglo XX.