Por César González Guerrero
Hasta 1980 y desde 1960, en mi tierra Copala se realizaba cada año su tradicional Feria Regional. Regularmente iniciaba en San Marcos el 25 de abril, en Cruz Grande el 3 de mayo y en Copala el 8 de mayo. Y así sucesivamente los municipios restantes de la Costa Chica celebraban a su manera sus inolvidables Ferias Populares.
Los juegos mecánicos de la empresa de esa época Atracciones Rosales siempre deleitaron a niños, jóvenes y adultos.
Los 4, y en ocasiones hasta 8 días de fiesta fueron ocasión propicia para subir a la rueda de la fortuna, sillas voladoras y caballitos, todas las noches, colocados estratégicamente en la Plaza Cívica San Juan Bautista. En el día y parte de la noche la calle principal hoy llamada Miguel Hidalgo era ocupada por los vendedores ambulantes que bajo sus «manteados» ofrecían todo tipo de mercancías.
En el área de la histórica Plaza Cívica se ubicaban las «famosas ramadas» que expendían alimentos y bebidas. Y una que otra presentaba variedades de música de mariachi. Por supuesto no faltaba el espacio para las «cantinas» en donde los varones mayores podían bailar con alguna dama dispuesta a complacer al cliente al ritmo de las melodías que a cambio de monedas proporcionaba la «sinfonola» o «rocola».
Las jugadas de gallos en sus provisionales palenques entretenían a otra parte de la población y no faltaban los juegos de lotería hasta altas horas de la noche. Todo en medio del bullicio de los anuncios en bocinas, gritos y llanto de los pequeños asistentes y desde luego los animadores de cada una de las áreas en que se distribuían los locales.
Un asunto especial y que merece recordar fue el divertido juego del «palo encebado» colocado al centro de la feria y que fue objeto de una gran expectación ya que todos ansiaban subir los casi 10 metros de altura para ganarse los adornos que estaban en la parte superior del «palo encebado», como sombreros, «pañitos», perfumes, camisas, telas, huaraches, colchas, objetos del hogar y del campo, entre otros que escapan a la memoria.
Por supuesto el «palo encebado» hizo que surgiera el ingenio de los jóvenes de la época al formar equipos de más de 2 con el propósito de que en un breve tiempo el «cebo» se iba disolviendo y eso hacía que el tercer o cuarto en subir lograba el triunfo y bajar todo lo que fuera posible tomar.
Entre gritos y «chiflidos» que animaban a los decididos, el tiempo transcurría amenamente.
El espectáculo del «Palo Encebado» fue un juego popular hermoso que se ha perdido con la modernidad. Este y otros juegos tradicionales en las ferias de los pueblos de México, Guerrero, Costa Chica y Copala se deben rescatar para honrar a nuestros mayores y para que la juventud de ahora valore el esfuerzo, la creatividad y la sana convivencia humana. Valores que a esta fecha urgen en todos los pueblos del mundo.
Alguna autoridad debería hacer el intento. Ya veremos.