Editorial
Si algo nos ha enseñado la historia es que las economías tienden a salir a flote incluso bajo regímenes tiránicos, mediocres o subyugados. Normalmente nos quejamos y culpamos al gobierno por la mala situación económica. Sin embargo, la principal pérdida de capacidad económica de un país suele deberse a la falta de confianza de la gente en los productos y comercios provenientes de su territorio. Debemos esforzarnos por favorecer lo que se genera a nivel local, lo cual es posible si tenemos presentes algunas preguntas: ¿en mi población hay quien produzca y venda un bien al mismo precio y de calidad igual o superior a uno foráneo? Si lo hay, ¿por qué comprarle al extranjero? ¿Este producto se vende en lugares cuyos dueños son de mi localidad? Si lo vende mi vecino, ¿por qué comprarlo en una tienda cuyos dueños no conozco? ¿Por qué pagar más o lo mismo por un artículo que proviene de fuera? Al favorecer el mercado local y nacional, el capital se queda en la población que origina o vende el producto, lo que permite que el dinero fluya y la economía se fortalezca.