Por Rangel Ventura
Luego de escuchar el informe de las mentiras de la “consentida” de Ángel Aguirre Rivero, los habitantes de Atoyac de Álvarez han de estar tranquilos, ya que tienen una presidenta municipal, que tiene una percepción de la realidad muy distinta, a la que perciben la mayoría de los atoyaquenses.
En la democracia la rendición de cuentas implica un ejercicio donde el gobernante da cuenta de la responsabilidad que asumió cuando éste fue electo por el voto popular. Este acto es de la mayor importancia porque materializa la idea de la democracia del pueblo, para el pueblo y por el pueblo, pero el desarrollado el pasado sábado en un evento privado, solo sirvió para que sus empleados, socios (de moches de la obra pública) y paleros, ratificaran el desastre en la administración municipal.
De qué sirve –me pregunto- que hayan ingresado a las arcas municipales 200 millones de pesos en el período que lleva gobernando, si no se ha reflejado en el beneficio de las comunidades que se encuentran en completo abandono ni en las colonias de la cabecera municipal.
Que no se confunda Yanelly Hernández, ya que como en los corrillos del PRD se sabe, al único que le importa su belleza es a Ángel Aguirre. Los atoyaqueses quieren resultados, obra pública, fuentes de empleo, etcétera.
La falta de obras en las comunidades es evidente, y de manera descarada dejó destruido todos los caminos rurales y saca-cosechas del municipio.
Las fuentes de empleo no existen y por si fuera poco, despidió a humildes trabajadores con salarios de mil 200 pesos quincenales que hacían labores de limpieza y descaradamente contrató a funcionarios de Ometepec –sí, de donde es su “patrón”- con sueldos superiores a los 15 mil pesos a la quincena.
Por si fuera poco, en plena temporada de ciclones y huracanes Yanelly Hernández no tiene un plan de contingencia y en contraste despidió al personal de Protección Civil, capacitados por años en administraciones pasadas para hacer frente a contingencias por fenómenos meteorológicos y auxilios médicos, para contratar a muchachitos sin experiencia del programa “Jóvenes construyendo el futuro”, poniendo en riesgo a los habitantes.
Le faltó informar el pago de los aviadores, la desfachatez de su empleado Juan Carlos Pérez de aumentar los impuestos al predio, a los panteones municipales, entre otros, solo para tener más recursos para comprar más ranchos en Corral Falso, desde donde orquesta faraónicas fiestas al son de grupos musicales de talla internacional traídos exclusivamente desde estados del Norte.
Si existiera en la presidenta algún rasgo de honestidad, tendría que explicar de cara al pueblo, por qué su gobierno ha fracasado. Pero ya ha quedado suficientemente demostrado que Yanelly Hernández no conoce esa virtud, por lo que no fue difícil predecir desde antes, que su informe sería un engaño.
El problema no es lo mal que le ha ido a Yanelly Hernández, sino lo mal que le ha ido a Atoyac de Álvarez con su gestión. Son las consecuencias que se tendrán que pagar durante otros dos años, por la irresponsabilidad y la ineficiencia de una presidenta que presumió en campaña que sabría gobernar; pero que también en eso, les mintió a los atoyaquenses.