Editorial
Por un lado, nos enteramos que en un intento por cruzar la frontera e ingresar a Brownsville, Texas, un migrante salvadoreño, de 25 años, y su hija de casi dos, murieron ahogados en el río Bravo. La madre de la pequeña, quien también los acompañaba salvó su vida, gracias a que una persona la rescató, sin embargo, presenció la trágica escena. Decenas de niños atraviesan con sus padres la frontera en Estados Unidos viajando en condiciones infrahumanas; buscando el “sueño americano”, terminan viviendo la “pesadilla mexicana”, entre gente sin escrúpulos. Por otro, a Javier Duarte, ex gobernador de Veracruz, siguen brotándole más propiedades de procedencia ilícita. Mientras él cumplía su propio sueño, el pueblo de Veracruz vivía la peor pesadilla, debatiéndose entre pobreza y muerte. Cuando pensamos que ya nada puede estar peor, la realidad nos recuerda que si no hacemos nada, seguiremos en caída libre sin remedio.