La leyenda del Guerrillero del Sur, Lucio Cabañas Barrientos, nació un 18 de mayo de 1967, en el municipio de Atoyac de Álvarez. La Sociedad de Padres de Familia de la primaria “Juan N. Álvarez” realizaría un mitin en el que se pediría la destitución de la directora de la escuela, Julia Paco Pizá, y de los maestros que la apoyaban.
Unas horas antes del evento, una comisión de maestros solicita a Lucio Cabañas fungir como orador, porque el que iba a serlo no se presentaría. Cuando Cabañas participa en el mitin, la Policía Judicial de Guerrero trata de impedirlo. Los policías se abren paso entre la concentración de manifestantes para detenerlo o eliminarlo; hay forcejeos y disparos hacia la multitud. El resultado, 11 muertos.
Como se busca culparlo de los acontecimientos, Cabañas se ve forzado a refugiarse en la sierra para defenderse de la persecución que quiere eliminarlo. En la tarde, invita al ejido de San Martín a la lucha armada. “¿No hay condiciones para hacer la revolución? Qué me importa que no haya condiciones… cuando matan al pueblo, hay que matar enemigos del pueblo y de ahí parte la revolución, de ahí parte toda revolución”, afirma el futuro guerrillero.
Pero esto no fue casual, las autoridades lo tenían catalogado como “un revoltoso”, ya tenían antecedentes de su lucha por defender al pueblo.
El Guerrillero del Sur nació en el Porvenir, comunidad perteneciente al municipio de Atoyac de Álvarez.
Fue un maestro rural, egresado de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, líder estudiantil y jefe del grupo armado “Partido de los Pobres” en la sierra de Guerrero, durante la década de 1970.
Durante los siguientes siete años, Lucio se mantiene en rebelión, lucha por la transformación de las condiciones de vida, opresión y miseria de los campesinos mediante la organización de los pueblos de la sierra de Guerrero.
“… lo que sí es cierto, es que con una matanza nos decidimos a no esperar otra. Y hemos dicho aquí, para que un movimiento armado empiece, necesita varias condiciones: que haya pobreza, que haya orientación revolucionaria, que haya un mal gobierno, que haya un maltrato directo de los funcionarios. Todas esas cosas se pueden aguantar, pero lo que no se aguanta es que se haga una matanza, eso sí no se puede aguantar…”.
Para Lucio Cabañas y sus guerrilleros no significaban absolutamente nada los conceptos más comunes del marxismo-leninismo. La mente de los guerrilleros sólo entendía las diferencias entre clase rica y clase pobre.
En abril de 1974, la guerrilla dirigida por Lucio Cabañas decide llevar a cabo el secuestro de Rubén Figueroa, senador de la República y candidato a la gubernatura de Guerrero.
Figueroa es rescatado el 8 de septiembre durante un operativo policiaco en un enfrentamiento, aunque otras versiones sostienen que se pagó un rescate para su liberación.
La madrugada del 2 de diciembre de 1974 se dio el último enfrentamiento con tropas militares, iniciándose un tiroteo en la selva cafetalera El Otatal. En este tiroteo Lucio y sus compañeros fueron sorprendidos por el Ejército. Según una versión, Lucio Cabañas, al percatarse de que no había salida y para evitar caer en manos de los militares, se colocó el cañón de su rifle M-2 en el cuello y jaló del gatillo, cayendo herido mortalmente. El capitán Bravo Torres corrió hasta el cuerpo y le dio el tiro de gracia. Sin embargo, en las imágenes del cadáver que se dieron a conocer, no parecía haber impactos de bala en el cuello.
En la plaza de Atoyac de Álvarez, la ciudad en cuyo panteón reposan sus restos, se levantó una estatua en su memoria.