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Del desafuero al bastón de mando

  • Por Diario Objetivo
  • 02/12/2018
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Esteban Hernández Ortiz

Cuando los oponentes de Andrés Manuel López Obrador notaron que desde su ejercicio gubernamental como Jefe de Gobierno de la Capital Federal, el tabasqueño se catapultaba con fuertes bríos para contender por la presidencia de la república en 2006, urdieron un plan para impedir su triunfo. Hasta algunos dijeron que una mascota se llamaba “complotito”, desdeñando la idea de que había una trama elitista para detener el triunfo lopezobradorista en aquella contienda.

Se argumentó que el gobernante capitalino había transgredido la ley, desacatando la orden de un juez federal para suspender la construcción de un hospital. Un particular había presentado la queja de que sus garantías constitucionales se estaban quebrantando, pues el gobierno defeño construía en un terreno de su propiedad. Un día AMLO fue citado para comparecer en la Cámara de Diputados de nuestro Poder Legislativo federal, donde escucharía el fallo definitivo dictado por la Comisión Instructora creada para tal efecto. Una multitud esperaba al político tabasqueño en el zócalo de la Ciudad de México, mientras en uso de la voz éste decía: “No soy ingenuo, ustedes van a actuar por consigna”. Y así fue, aquel día, el ahora Presidente de nuestra nación salió desaforado del Palacio de San Lázaro, para luego trasladarse al zócalo, donde no pocas personas, sobre todo de la tercera edad, lloraban por aquella canallada del desafuero. Llegó y una de sus primeras frases fue: “Les quiero desaforadamente”. AMLO siempre dijo que él no promovería ningún amparo y que por el contrario permanecería en su domicilio a la espera de que la policía lo aprehendiera y lo encarcelara. Alejandro Encinas Rodríguez, político de cuño izquierdista, siendo Secretario del Gobierno capitalino hubo de asumir el mando como Jefe de Gobierno, luego de que la Cámara de Diputados, erigiéndose en funciones judiciales, eliminara la envestidura que las y los electores de la Ciudad de México habían dado a AMLO.

Pocos días después, el Presidente Vicente Fox reviró y recibió en Los Pinos al actual presidente. El encuentro fue muy breve, según declaró el propio AMLO a los medios de comunicación.

Ayer, López Obrador entró nuevamente a la Cámara de Diputados, pero ahora para recibir la Banda Presidencial y hacer la juramentación constitucional. Ya los poderes fácticos que tanto se habían empeñado en atacarlo nada pudieron hacer por impedirlo. Ahora AMLO tendrá que demostrar que no sólo supo mantener la guardia y perseverar hasta llegar a Palacio Nacional, sino que tiene las capacidades y voluntades suficientes para llevar a México a un mejor puerto, mucho mejor que los puertos hacia donde condujeron sus antecesores. Esta pluma toma partida y pienso que AMLO está hecho para eso y su conciencia le mantendría muy intranquilo si echara por la borda tanta fe y confianza de la gente.

AMLO es político, el arribo a su mandato se coció a fuego lento, y no arrebatado. Pero no sólo es político, también es politólogo, egresado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Proviniendo de cuna humilde, con grandes sacrificios AMLO estudió su licenciatura. En uno de sus libros cuenta que en una ocasión, su mamá, doña Manuela Obrador, viajó desde Tabasco a la Ciudad de México para ver a su hijo Andrés Manuel. Narra AMLO que cuando miró hacía una ventanilla, estaba su mamá afuera en el pasillo de su aula escolar. Otra de sus anécdotas que él mismo cuenta es cuando, después de años de encabezar protestas frente a edificios públicos y en las calles, tuvo que atender a quienes protestaban a las afueras del antiguo Ayuntamiento. Ahora AMLO se encontraba al otro lado de la mesa.

En el primer día de su mandato realiza acciones que dejan la tranca alta para quienes le sucederán en el cargo, al tiempo que va marcando la regla no escrita de que las escaleras se barren de arriba para abajo: Salió de su domicilio rumbo a la Cámara de Diputados a bordo de un vehículo modesto, dejando claro su negativa al derroche; por otra parte, sabedor y reconocedor de nuestras raíces prehispánicas, recibió el bastón de mando en el zócalo en un encuentro con representaciones de nuestros pueblos originarios.

Por el bien de todos, AMLO no debe perder el equilibrio ideológico, principalmente la prédica de que no buscaba el poder por el poder, porque si se “encanta” entonces a todas las mexicanas y a todos los mexicanos nos puede ir mal y para nada sería válido el dicho de que “una raya más al tigre”.

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