*Doña Argelina Reséndiz recuerda los casi 60 años de arduo trabajo, junto con sus hijos
Arenal de Álvarez, Gro., 02 de marzo de 2022.- Con nostalgia, doña Argelina Reséndiz Vega, recuerda los días de bonanza de la venta de tortillas en la comunidad de Arenal de Álvarez, municipio de San Jerónimo de Juárez en la región Costa Grande del estado de Guerrero, donde con gran esfuerzo y dedicación, después de casi 60 años de arduo trabajo, junto con sus hijos, su esposo, Carlos García Galeana, nacido en esta pequeña localidad lograron consolidar una pequeña empresa que también genera empleos directos entre las familias del lugar.
Doña Argelina oriunda de Bajos del Ejido, perteneciente a Coyuca de Benítez, recuerda los momentos difíciles que pasaron para poder comprar el primer molino para el nixtamal con la ayuda del señor Recilla, para empezar con la venta de masa y posteriormente la tortilla, entre los años de 1964 y 1966.
Relató que en ese tiempo para abastecer a todo el pueblo trabajaban intensas jornadas desde las 3 de la mañana, ya que en algunas comunidades cercanas como La Máquina hacían entregas al ser los primeros en ofrecer el producto con antiguas tortilladoras de esa época y no había competencia como ahora, recuerda, doña Argelina.
Señala que es un trabajo muy pesado, por lo que constantemente tienen que contratar personas que le ayuden en los dos negocios que atiende actualmente su hija Flori, porque al paso de los años las enfermedades han hecho estragos en su salud y la de su esposo.
Explica que en los inicios vendían hasta diez tambos de nixtamal diariamente, pero en la actualidad han bajado drásticamente las ventas, debido a la proliferación de establecimientos, además de los altos costos de los servicios e insumos que necesitan como el maíz, agua, luz eléctrica y otros.
En la actualidad apenas logran en las ventas del día sacar cinco tambos pequeños de nixtamal, con lo cual, a luchas pueden solventar los gastos que se generan.
Indicó que con financiamiento del gobierno pudieron adquirir máquinas más modernas para la elaboración de tortillas y hoy han mejorado las instalaciones para ofrecer un mejor servicio al público.
Dijo sentirse contenta y satisfecha, porque gracias a esta noble actividad que hace un tiempo fue más redituable, logró darle estudio a sus hijos que ahora son personas de bien y trabajadoras.
Con una sonrisa, comenta que sus hijos buscaron diferentes empleos, porque nadie quiso entrarle a lo de la tortillería, «porque es muy pesado esto, solo mi hija Flori y mi hijo Juan Carlos son los que me ayudan con el trabajo aquí», concluyó. (Por Dimas Arzeta)