Editorial
La violencia económica puede pasar desapercibida debido a que no deja un rastro tan evidente como las agresiones físicas, pero tiene cifras alarmantes: 13.4 millones de mexicanas la han padecido en algún momento de su vida, es decir, 29% del total de mujeres de 15 años o más, según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares en 2016 y se estima que esta cifra aumentó a raíz de la pandemia de Covid-19. La violencia contra las mujeres tiene muchas formas y una de ellas es la económica. Es menos visible que el abuso físico, psicológico o sexual, pero sus consecuencias también son determinantes para la vida cotidiana. Uno de los indicadores con los que se mide la violencia económica es la brecha salarial de género. Es decir, la diferencia entre lo que ganan en promedio una mujer y un hombre por el mismo tiempo trabajado. Los ingresos de una mujer pueden determinar si sale o no de una relación violenta ya sea familiar o de pareja, ante ello, las mexicanas continúan en el esfuerzo de terminar con la violencia económica mediante emprendimientos personales (como las llamadas “Nenis”), la organización activa dentro de colectivas, organizaciones no gubernamentales y sindicatos.