Editorial
En varias Universidades públicas del país, grupos paramilitares y del narco, han encontrado refugio amprándose bajo la dichosa autonomía universitaria, que impide la entrada de las autoridades para actuar en su territorio y poner orden. Sin embargo, cabe recordar, haciendo historia, que esta autonomía tenía principalmente el objetivo de la libertad de cátedra cuando existía la pugna entre el capitalismo y el comunismo que tantos problemas nos causó en el 68. Hoy en día, no tiene razón de ser, ya que convierte a las universidades públicas en territorio libre para desastres como la tragedia de Iguala con los normalistas de Ayotzinapa. Es muy importante que se limite. Nuestros alumnos de las instituciones educativas y profesionales requieren protección, ya que siempre habrá alguien que quiera alborotar al país y es la mejor forma de llamar la atención. El cambio es indispensable. Libertad de cátedra no es autonomía para desorden y problemas, es libertad para aprender y conocer todos los sistemas que el hombre ha diseñado y usado a través de la historia, no permiso para delinquir, hacer borlotes, vender droga, robar, agredir y perjudicar tanto a maestros como a alumnos, restándole posibilidades de cumplir con su objetivo, educar a la juventud.