Editorial
En nuestra “justicia” pasa casi de todo, excepto que algún político corrupto vaya a la cárcel. En el año 2016 fue un escándalo mundial la noticia de la renuncia del Ministro de Política Económica de Japón, Akira Amari, por aceptar actos de corrupción y regalos para favorecer a una empresa de construcción. A cinco años de esos acontecimientos y con la llegada de la Cuarta Transformación, más de un mexicano está molesto por no lograr entender cómo en otros países sí existe la fuerza del pueblo para destituir a los funcionarios corruptos. El asunto salió a la luz gracias a una investigación periodística, y ése es el resultado. Aquí todos los días hay notas en los diferentes medios de comunicación que muestran a nuestros flamantes políticos relacionados sin duda alguna en actos de muy dudosa honestidad o en francos actos de corrupción, y ¿sabemos qué pasa? Absolutamente nada. Son intocables. ¿Hasta cuándo vamos a seguir soportando esto? Lo único que nos queda, es bombardearlos de Memes, para tratar de reencontrarlos con la vergüenza.