Por Fernando Meza
Un mes sin tu presencia física padre, pero cada día con tu compañía…
Mi padre el “Doctor Meza” -como es conocido en el municipio de Atoyac de Álvarez- fue médico por más de cuarenta años, desde sus inicios en la Sierra mucha gente lo siguió por años, dio consulta a padres, hijos y hasta nietos de las mismas familias, atendió cientos de partos y salvó algunas vidas.
Un día escuché cómo un joven se le acercó a saludar y le dijo que su mamá siempre le contó que el Doctor Meza le había salvado la vida de muy pequeño.
La foto que acompaña este escrito, es de las últimas que le tomé en un restaurante donde le gustaba mucho comer, en la carretera hacia Acapulco, y como anécdota de hace no mucho, tendrá unos dos años, en una comida familiar en ese mismo lugar, una niña de escasos 5 años se perdió de la vista de sus padres por unos momentos, cuando de pronto alguien la saca del fondo de la alberca ya inconsciente, toda su familia gritaba desesperada y la acostaron en el piso, nadie hacía nada mientras los padres gritaban y consideró daban por muerta a su hija.
Mi papá en ese momento se paró, se acercó y le dio primeros auxilios logrando que la niña reaccionara en cuestión de un minuto tal vez, que yo creo todos los que veíamos la escena sentimos que fue casi una hora.
Después de regresar a nuestra mesa, todos lo mirábamos sin poder decir una palabra, creo fue el momento más sublime que tuvimos de admiración a mi papá, a los pocos minutos el padre de la niña se acercó a darle las gracias por salvar a su hija; y así fue como al final casi de su vida Dios nos permitió ver a mi padre salvar una vida más con su noble profesión de médico.
Descansa en Paz Papito.