Editorial
El Año de Hidalgo no es vicio nuevo. Es parte de la herencia corrupta del PRI, viejas prácticas que han sabido aprender muy bien todo tipo de funcionarios, políticos y servidores públicos sea del partido que sea. El pillaje, el saqueo de recursos y la corrupción es un asunto parejo que se presenta en la mayoría de los municipios. Hoy, esa vieja costumbre de la vida política y del quehacer público en varios municipios de nuestro querido estado está más viva y vigente que nunca. Cuentan de varios alcaldes y funcionarios que son parte de los nuevos “ricos”, pues acumulan ranchos, propiedades, camionetas y vehículos del año, así como lujosas casas y negocios. Se cuenta que muchos de estos finos personajes se caracterizaron por no pedir “moches” sobre las obras públicas realizadas, ya que las ejecutaron ellos mismos a través de prestanombres. En el ojo de la Auditoría Superior, tanto de la Federación como del Estado se encuentran varios municipios, donde alcaldes y tesoreros hicieron mal uso de los dineros del pueblo. Ojalá no haya pacto de impunidad.