Por César González Guerrero
La señora Victoria Rodríguez Vargas, a sus 89 años de edad, gracias a Dios no presentaba ningún problema de salud más que el peso de los años. Su vida, hasta el día de su muerte el sábado 31 de Julio, fue normal. Como cada año, este 2021 disfrutó de su último cumpleaños el día 8 del mes de junio. Como siempre, con optimismo, alegría y felicidad, bailó, cantó, se deleitó con sus melodías predilectas y sus alimentos preferidos, y lo mejor convivio, respetando y cumpliendo con todas las medias sanitarias, con sus familiares y amistades cercanas.
Fue hasta la tarde del día 17 de julio cuando llegó la primera señal de un derrame cerebral que fue atendido de manera urgente y muy favorablemente por el prestigiado joven Medico Neurocirujano, con especialidad en columna y cirugía cerebro vascular Alejandro Serrano Rubio, en el hospital Anáhuac de la capital.
Durante los 45 días de su convalecencia, Doña Vicky, como cariñosamente se le decía, solo presentaba los problemas normales de su lento proceso de recuperación, aun en cama ya en su domicilio, seguía su vida alegre, con canciones y bailes, sin mostrar más que los síntomas de la riesgosa pos cirugía. Todo era esperanza y fe en que seguiría mejorando. Así estaba el cuadro que diagnosticaban los médicos en sus diarias visitas y al recibir las terapias recomendadas. Siempre estuvo consiente de todo muy positiva, animada y alegre. Aunque sus diálogos fueron lentos, pero se podía interactuar. Sus hijas e hijos siempre brindando la calidad de vida que se merecía.
En ese lapso de su recuperación las ocasiones que logramos intercambiar palabras fueron de nostalgia por su origen campesino, recordando los tiempos junto a su esposo también fallecido don Onofre Arcos Hernández, quienes con mucho sacrificio formaron una familia de mujeres y hombres profesionistas, responsables y trabajadores.
Sus padres Agustín Rodríguez Almazán y Bárbara Vargas, originarios de la sierra de Coapango y Huacalapa, municipio de Chilpancingo, desde muy pequeña le enseñaron a trabajar, al igual que a sus hermanos Francisca, Hermelindo, Alfonso, Benito, Evelia, Esther, Pedro, Bernardino, Tomas, Francisco y Lugarda, en las actividades de la agricultura y ganadería e hicieron realidad sus sueños, como todos los guerrerenses, de aportar su trabajo en beneficio del desarrollo de la comunidad.
Toda la familia, hijas e hijos: Dora María, Onofre, Yolanda, Humberto, Leticia, Julio César, Oscar Omar, Teresa y Socorro; nietas y nietos, sobrinas y sobrinos, bisnietas y bisnietos, y amistades personales, la vamos a recordar como gente de campo, acostumbrada al trabajo rudo, como toda mujer campesina, sencilla, atenta y cariñosa. Su optimismo, como en toda mujer, siempre fue fundamental en la familia para avanzar y progresar.
Con su esposo Don Onofre Arcos Hernández hubo algunos detalles que marcaron hasta la muerte su relación matrimonial, como es el hecho de que nacieron y murieron casi en las mismas fechas y en las mismas circunstancias, ella nació un 8 de junio y don Onofre un 12 del mismo mes (4 días de diferencia), el falleció un 5 de Agosto y ella falleció un 31 de julio (5 días de diferencia). Un dato más, murió en la misma cama y con la misma tranquilidad. Doña Vicky falleció 6 años después de la muerte de don Onofre. Ahora siguen juntos.
De mi parte no podré olvidar su fuerte apretón de manos, quizá como un saludo final, a las 9 de la noche anterior a su muerte. Doce horas después, a las 9 de la mañana del día sábado 31, estaba recibiendo la fatal noticia de su fallecimiento. Ahora comprendo que sí fue una despedida sin palabras audibles. O tal vez una felicitación anticipada por mi cumpleaños el próximo día 7, ya que año con año llegaba a mi domicilio, y al ritmo de las “nochecitas” o “mañanitas”, colocaba el tradicional arreglo en la puerta de la casa.
Las Familia Arcos Rodríguez, y González Arcos, agradecen todas las muestras de solidaridad recibida en estos momentos dolor y tristeza.
!!Descanse en paz Doña Vicky¡¡