Editorial
Las generaciones pasadas crecieron en colonias populares donde prácticamente todos, buenos, malos y regulares, se conocían: iban a la primaria o secundaria del rumbo, jugaban en las calles, competían en deportes cuadra contra cuadra. Eso permitió que fueran testigos de algo de lo que hoy muchos toman conciencia: una familia estable con padre y madres es lo más importante para hacer hombres de bien para la sociedad. Analizando en retrospectiva, y sin menospreciar las honrosas excepciones, son más las familias con papá y mamá que se mantuvieron juntos durante la crianza en estos tiempos: cada familia tenía entre 5 y 7 hijos; hoy todos son gente de bien. En cambio, los que crecieron sólo con la presencia de la madre por lo general terminaron mal; en especial los varones, se metieron en problemas con la ley: unos están en la cárcel, otros están esclavizados a fuertes vicios y algunos hasta han muerto violentamente. Creo que lo mejor que un Gobierno puede hacer para prevenir el delito es fomentar y defender a la familia estable como núcleo de la sociedad.
