Editorial
En el flamante Gobierno de Peña Nieto se impulsaron “reformas estructurales” de energía, educación y telecomunicaciones, las cuales, aparte de que generaron protestas en varias ciudades del país, incluido Guerrero, supuestamente también ponían las reglas de operación para beneficio de “todos los mexicanos”. Sin embargo, al paso de los años, nos dimos cuenta que, en el sistema político las cosas tienen otras reglas. Por ejemplo, para que un docente pueda dar clases tiene que avalar su capacidad para educar, mientras que el Secretario de Educación Pública no entra a concurso para ser evaluado sobre temas de educación y el único requisito es que sea seleccionado por el Ejecutivo. Los ejemplos van desde secretarías y gubernaturas hasta cargos administrativos delegacionales. Lo único claro en México es que para tener un comienzo en este ambiente raro de la política debemos, por ejemplo, ser primero un activista violento, artista, deportista, famoso o “preso político”, pues en un futuro podemos incluso llegar a aspirar hasta a una Secretaría.