Editorial
La pandemia aumentó la pobreza laboral y agudizó la desigualdad entre los trabajadores. En el último año, la proporción de personas que, aunque trabaja sigue en condiciones precarias pasó de 37.4 a 40.7%, el mayor incremento reportado para un cierre de año desde 2008. En tanto, 80% de las personas vio disminuidos sus ingresos laborales. Por más que los políticos se aboquen en la lucha contra la pobreza, la reducción de la brecha entre clases altas y clases bajas, y la preocupación por los ciudadanos, sus acciones, sus gastos y sus percepciones económicas dicen lo contrario. Tan solo hay que recordar la abundancia en prerrogativas a la que tienen acceso los legisladores y magistrados: jugosos aguinaldos, costeo de alimentos y hasta gasolina. A parte de eso, se dan el lujo de gastar millones de pesos en gastos personales en tiempos de “vacas flacas”. Urge que los legisladores y en el poder judicial también se aprieten el cinturón, porque sus gastos solo reflejan la falta de conocimiento de la realidad en que viven.