Por César González Guerrero
En esta ocasión me permito relatar parte de la historia de una de las primeras generaciones de jóvenes originarios de Copala que salieron en la década de los cincuentas en busca de los estudios que en mi tierra no existían, comentada en su momento por mi tío el Profesor Macario Aparicio Ortega, uno de los principales actores aun vivos.
Va a él mi agradecimiento y reconocimiento por compartirme datos que seguramente servirán a los jóvenes de las nuevas generaciones y a la propia historia de Copala. Así como también va mi sincero Homenaje a un grupo selecto de jóvenes copaltecos valientes que se atrevieron a luchar por la superación personal en tiempos difíciles, dispuestos a todo por hacer realidad sus sueños.
Fue en el año 1957, a la edad de 14 años, cuando mi tío Macario se inscribió en la Secundaria Anexa de Varones de la Legendaria Escuela Nacional de Maestros, en la hoy Ciudad de México, antes Distrito Federal, Institución que funcionaba como Internado y proporcionaba una beca estudiantil a quienes estaban regularmente inscritos. Por supuesto la beca incluía la alimentación y hospedaje con lo cual se beneficiaba a los jóvenes de escasos recursos económicos de esa época, ansiosos de estudiar alguna “carrera”.
Ahí se reencontró Macario Aparicio Ortega con algunos paisanos de Copala, que él denomina “palomilla” copalteca, quienes, sin ser alumnos y mucho menos becarios, de manera muy ingeniosa se encontraban sobreviviendo en el Internado, razón por la cual respetuosamente se les denominó las “gaviotas”. Entre otros se recuerda a: Socorro González Suastegui (la única mujer), Francisco “Pancho” Verdín Suastegui, Cleofas Pérez Damián, Mario Marín Figueroa, Alfonso Lozano González, Cenobio Damián Flores, Severo Hernández Roque, Ángel Muñóz González, Abel gatica calleja, Mario Muñoz Pacheco, Sadot Rodríguez Juárez, Adrian Salazar, Joaquín Guerrero, Felicitos Hernández Roque, Navor Pérez, etc. En calidad de internos efectivos estaban: Salomón González Suastegui, Ramiro y Humberto González Mendoza, Sabino Aparicio Suastegui, Abelardo Suastegui Bracamontes, Alfonso Verdín Suastegui, etc., y otros paisanos amigos de la Costa Chica. Ruego su comprensión por alguna omisión involuntaria. Sin duda, existe un amplio anecdotario de los paisanos “colegiantes” que merece varias colaboraciones y quizá hasta escribir un libro de sus experiencias.
La convivencia de alumnos legalmente inscritos con “las gaviotas” permitió una amplia solidaridad e identidad regionalista dentro de la gran ciudad, así como también en dicho internado. Dormir “amontonados” en el piso, “apretados” de dos en dos por cama, otros sobre las tablas que servían para planchar, fueron situaciones que forjaron jóvenes líderes que se ganaron a pulso, con unidad y fortaleza física, un Reconocimiento en esa noble institución educativa y la mayoría alcanzó el anhelado Titulo de Maestro. Ese y otros temas serán objeto de próximas colaboraciones.
En las jornadas electorales estudiantiles del Internado los copaltecos siempre estuvieron unidos recibiendo el apoyo de las “famosas” “gaviotas”, realizando acciones temerarias como “liarse” a “puñetazos” cuando fue necesario defender su dignidad y por supuesto la supervivencia en las instalaciones del Internado.
Con el liderazgo de Sabino Aparicio Suastegui y Salomón González Suastegui al frente del Comedor y el Internado respectivamente, “Las Gaviotas” de Copala y Costa Chica dejaron de sufrir incomodidades al contar con dos grandes recursos en el inmenso Distrito Federal de aquellos tiempos: Hospedaje y comida gratis.
Afortunadamente, y gracias a esa circunstancia de la vida, actualmente Copala puede estar orgullosa de sus primeros Maestros profesionistas, impulsados por sus padres y la fuerza de voluntad. Esperamos que alguna autoridad valore el esfuerzo de estos ilustres copaltecos, vivos y fallecidos, que han escrito una página de la historia de México, Guerrero, Costa Chica y Copala.
Honor a quien honor merece. ¡¡Que Vivan las Gaviotas Copaltecas!!