Editorial
Con el incremento de la violencia en México, son incontables las familias que han sufrido el dolor de perder un hijo. Sin duda, es la mayor pena que puede sufrir un ser humano. No hay consuelo. La versión de las autoridades con respecto al artero crimen de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa no es ni será aceptada nunca por quienes están usando la terrible tragedia con fines políticos. Son los mismos grupos que viven de chantajear a funcionarios públicos pusilánimes, que capean el temporal mientras brincan a otros puestos. Pero ahora, estos agitadores profesionales tienen mártires para medrar con mayor fuerza al erario. No hay nada por hacer para los padres más que consolarse y atender al resto de la familia. Cuando el hijo es víctima de un crimen, el padre es capaz de logros heroicos para castigar a los culpables. Hacerles el juego a los agitadores hará daño a la sociedad, de la que ellos mismos forman parte, hay que confiar en las palabras del presidente Andrés Manuel López Obrador, de que se llegará a la verdad de los hechos.