Editorial
Cada año, por alguna parte del país, llegan uno o más huracanas, así como tormentas tropicales. Estos fenómenos terminan cobrando muchas vidas y bienes materiales, que dejan pérdidas de miles de millones de pesos, como sucedió hace siete años con el huracán Ingrid y la tormenta Manuel en el estado de Guerrero. A su vez, estas pérdidas son resarcidas con dinero público, dinero de todos los mexicanos, el cual, finalmente, solo es usado para subsanar momentáneamente la situación, pues al año siguiente los estragos aparecerán de nuevo y un nuevo gasto se hará. ¿Por qué no, en lugar de utilizar el dinero para reparar los daños, lo usan para prevenir los daños? Sería mejor que se invirtiera en tecnología que ayudara a reducir las pérdidas. De otra forma, los fenómenos naturales son un pasivo para el país