Editorial
En términos generales, un asalariado debe ser sometido a una evaluación de sus capacidades y de sus resultados. No es nada raro localizar en nuestro País una multitud de casos en donde la gente finge trabajar y exige el cobro puntual de una quincena o aguinaldo inmerecido. Hay muchos mexicanos con capacidades comprobadas y esfuerzo constante por superarse, que brindan resultados, son víctimas de una política laboral y salarial que muchas veces premia la simulación y no reconoce la trascendencia productiva del buen trabajo y del buen trabajador. Casos hay muchos: en ayuntamientos, en paraestatales y OPD’s donde el vicio de la simulación (rollo) se cuela para darle al traste a los presupuestos, a los resultados de capitalización, productividad y a la desaparición de puestos de trabajo y fuentes de empleo. Preocupa mucho que pretendidos prestigios académicos en administración de empresas, llámense públicas y privadas, no conjuren el deterioro de la función productiva del País. En una imagen jocosa, no es justo que sindicatos secuestren ayuntamientos a costa del interés superior de los ciudadanos.
