Editorial
Fue muy resaltado en los medios de comunicación que cuando ocurrieron los atentados de las Torres Gemelas en EUA, el entonces senador Eduard Kennedy, se avocó en cuerpo y alma a darles apoyo y ayuda a las víctimas de su estado, Massachusetts; habló por teléfono con todas y cada una de los centenares de familias y estuvo al pendiente que recibieran atención. Pero en la emergencia que está viviendo Culiacán Sinaloa, los diputados federales y senadores no han hecho nada, ya no digamos servido y atendido a sus representados con la entrega del Senador (con mayúscula) Kennedy, estos legisladores, de minúscula, ni siquiera se han asomado y embarrado de pólvora los zapatos para tomarse la foto y salir en la prensa. En México, nuestra clase política se representa a sí misma, como lo vimos exactamente hace 34 (1985) y dos años (2017) cuando la tierra tembló y la sociedad civil tuvo que tomar el control, como lo vemos ahora que la “guerra” que se desata en Culiacán y los políticos piensan más en sus beneficios mediáticos y en las pingües ganancias que se llevarán en sus alforjas tras las negociaciones con los delincuentes.