Editorial
El enfrentamiento entre porros y estudiantes que se dio nuevamente ayer fue lamentable y lastimoso. Tan lastimoso como el modo en que se enfrentó el problema. Los alumnos de la UNAM, la Máxima Casa de Estudios, deberían predicar con el buen ejemplo -sobre todo si demandan acabar con la violencia-, de todas las soluciones posibles han optado por actuar del mismo modo que los agresores, optaron por confrontación y eso es un estímulo a que prevalezca la violencia. La UNAM tiene el privilegio de su autonomía. Tienen la alternativa de actuar en libertad fuera de la jurisdicción de un Estado rector como individuos preparados y pensantes. Pese a ello se atienen al consentimiento de las supuestas autoridades. Esto es un indicador de que hay más una tendencia a imitación de movimientos por no ser capaces de tomar el poder a través de medios eficientes que no impliquen agresividad, bloqueo e ira, utilizando su creatividad, su imaginación y mente para crear en sinergia un auténtico ejemplo para la sociedad mexicana. Debería existir mayor apego al lema de Vasconcelos: ¡Por mi raza hablará el espíritu! Pero, además, debe hablar el dominio de la razón.
