Editorial
En nuestro país hay un problema con el recurso del agua: debiendo ser un bien social, del que la población pueda hacer uso cuando lo requiera, no es (en algunas partes) más que un bien de uso privado. Un ejemplo claro es lo que sucede con los grandes consorcios transnacionales, donde las empresas –principalmente refresqueras y cerveceras- se hacen “dueñas” de mantos acuíferos para explotarlos. El uso que se les da en México no tiene nada que ver con la necesidad que los habitantes. Las empresas refresqueras y cerveceras se dedican a gastar litros de agua simple en el embotellamiento de litros y litros de bebidas que dañan el cuerpo. La situación es sumamente contrastante con la condición de muchos ciudadanos, que no tienen en muchas ocasiones oportunidad de consumir el líquido. Ahora que existe una Ley General de Aguas, los legisladores deberían poner especial atención en futuros problemas como éste.