Editorial
Ahora que Morena perfila echar abajo la Reforma Educativa y la Evaluación Docente, vale la pena echar un vistazo a algunos puntos: primero, hay que señalar que la evaluación docente fabrica confeti con las costosas reformas educativas de otros sexenios. Segundo, el examen obligatorio revela que los sabios de la SEP ignoran quiénes son excelentes maestros, quiénes pueden llegar a serlo y dónde están esos charlatanes que cobran por lucir el disfraz de profesor. Los resultados repartirán plazas, premios y cursos de actualización. El docente ausente será despedido sin miramientos. Cosa que está bien. Pero, si el magisterio fue infiltrado a lo largo de varias décadas ¿no hay ex Presidentes, ex titulares de la SEP, ex diputados, ex senadores o ex Gobernadores que deban rendir cuentas al Congreso por tanto desorden? ¿Quiénes de ellos reintegrarán uno de los millones que cobraron por perjudicar a la niñez? Y la duda más delicada: Si las reformas anteriores resultaron miopes, ¿quién garantiza que la titánica reforma escolar que se aplica sí tiene buena puntería cuando dispara chorros de billetes?
