Editorial
Resulta más que vergonzosa la actitud de los supuestos representantes de los intereses del pueblo, es decir, aquellos que cobran como diputados federales. No les importa hacer recortes en salud y a la educación en los Estados, a pesar del daño que se hace a la población y de la precaria situación de la atención médica a la mayoría de habitantes en nuestro País por el Covid-19. No reparan en aumentarse el presupuesto para disponer de más recursos. Ellos no tienen problemas de atención médica: tienen seguro de gastos médicos, lo que les permite atenderse en los hospitales privados más caros a costa de los impuestos que pagamos los que andamos haciendo sacrificios, circo, maroma y teatro para poder cuidar nuestra salud. Además, llegan a dichos hospitales privados con actitud de potentados. De la educación pública no se preocupan, pues de seguro enviarán a sus hijos a escuelas privadas donde ya hay clases presenciales, mientras que en las públicas siguen en clases en línea. Lo peor es que mientras la población mexicana está escandalizada por lo que les sucede a los gringos con los Premios Oscares, aquí los políticos montan sus teatros.