Editorial
Aunque las bases de la Cuarta Transformación del presidente Andrés Manuel López Obrador son No Mentir, No Robar y No Traicionar al Pueblo, la corrupción real es de los empleados de Gobierno en todos sus niveles, pues a ellos les pagamos para que gobiernen bien y apliquen la ley y se evite la corrupción; en cambio, ellos son los primeros en pedir mochada. Sobran ejemplos en que el propio AMLO ha salido a regañar a funcionarios de la Secretaría Salud e Insabi ante el desabasto de medicamentos, provocado por la corrupción en la venta de los mismos en hospitales. Todos los días leemos o escuchamos reclamos pidiendo se haga justicia para enjuiciar a tantos gobernadores o alcaldes corruptos que han saqueado los estados o municipios que gobiernan o han gobernado, que dejan a su Estado o ayuntamiento en bancarrota con deudas millonarias, y no pasa nada. ¿Hasta cuándo podremos ver que se haga justicia y que regresen lo que se han robado? Necesitamos un plan nacional legislativo para amarrarles las manos, pues el verdadero problema de nuestro País es el robo desmedido y diario de los políticos en el poder.