Por César González Guerrero
Es muy probable que algunos de mis paisanos o paisanas de mi tierra Copala, en la Costa Chica del Estado de Guerrero, sí han escuchado este término algo raro; otros tal vez lo utilizaron y conocen de que se trata; pero también habrá quienes desconocen totalmente el asunto.
Como sea, me interesa escribir sobre el «Ñagual» porque me trae gratos recuerdos de mi infancia, de mi tierra y de mi gente; y porque considero que, como parte de la cultura general de nuestros pueblos debemos valorar, y las nuevas generaciones deben saber.
Para empezar, es un término que, posiblemente, está fuera del diccionario y que, después de más de 70 años, ya es muy difícil escuchar, utilizar y hallar. Quizá por ser una palabra que se ha venido tergiversando y que se refería a algo «feo», derivado de la palabra «Nagual», la cual hace referencia al animal que algunas personas traen desde su nacimiento, también conocido como «arte». Esto quiere decir, de acuerdo con la leyenda de nuestros antepasados, que todos, hombres y mujeres, al nacer tenemos «un arte», o sea características físicas y de comportamiento parecidas a un animal salvaje o doméstico. A veces para bien o para mal.
A propósito, algo chusco que sucede en algunos lugares, cuando alguien hace gestos desagradables, como «arrugar» la frente, gritar, abrir la boca o cerrar los ojos, se les dice que tiene «cara de Ñagual».
Aunque en esta ocasión el tema no es ese, viene a colación porque para mí en lo personal, el término «Ñagual» viene de la lengua náhuatl, de una manera degenerativa. Será tema a tratar en otra oportunidad.
Hablar y recordar el término «Ñagual» lo considero muy importante porque cuando nosotros éramos muy pequeños, observábamos a nuestra madre y a la mayoría de las mujeres, no importando la edad, preparando o buscando el histórico «Ñagual», como algo indispensable para realizar actividades diarias en el trabajo doméstico o del campo.
Seguramente varios de mis lectores ya se imaginan o deducen qué es el «Ñagual», pero para precisar y evitar falsas interpretaciones, debemos decir que el «Ñagual» es un «trapo viejo», o «pedazo» de tela o parte de alguna ropa de vestir de hombre o mujer, que ya no sirve para nada. Razón por la cual el «Ñagual» es un instrumento de trabajo indispensable para «cargar» y transportar algo pesado que no se puede trasladar más que en la cabeza.
Así, con todo un arte y paciencia, la mujer elabora su «Ñagual», enroscando la tela o «trapo viejo», que se coloca sobre la cabeza y es así como, con cierta facilidad y comodidad, logra cargar todo tipo de instrumentos de trabajo como: Bandejas, Cubetas, Cantaros, Ollas, Niscomes, Tinas, Bateas, Ropa, etc., Otras utilizan el «Ñagual» para cargar leña, vender pan, y toda clase de productos comestibles como: Pan, Platano, Queso, Agua, Tamales, etc.
Cómo dejar pasar desapercibida esta pieza histórica e inolvidable que todos los días utilizaban nuestras madres y hermanas, y la mujer campesina de mi tierra. Por supuesto este instrumento no fue bien visto en los varones, porque fue exclusivo para las mujeres.
El «Ñagual» formó parte de la indumentaria de las mujeres y mudos testigos del dolor y sufrimiento cotidiano que no debemos olvidar.