Editorial
Ahora que están por iniciar nuevas administraciones municipales o estatales, todos los días los mexicanos promedios nos despertamos y nos encontramos en las redes sociales y en anuncios espectaculares que algunos políticos sí tienen derecho a ser sinvergüenzas. Es fastidioso estar enterando todos los días de los problemas económicos y de la libertad para manejar algunas noticias publicitarias de los funcionarios en turno. Dicho de otra manera, entre la política, la economía y la comunicación oficial en la vía pública y en plataformas digitales contaminan de tal manera la atmósfera de los mexicanos que resulta difícil valorar y respetar las acciones que perjudican el logro del bienestar, la salud mental y física y el gusto por vivir. Es inquietante y nada fácil aceptar tantas actitudes y conductas absurdas y reprochables. Por eso la pregunta del millón: como ciudadano, ¿qué debo valorar y a qué sí tengo derecho para no ser víctima de tanta contaminación audiovisual?
