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ALGO PARA RECORDAR DE NUESTRO TIEMPO

  • Por Diario Objetivo
  • 20/08/2021
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Por César González Guerrero

El motivo del presente escrito va enfocado a recordar y tratar de “rescatar” algunos conceptos y términos que hace más de 50 años, precisamente en mi tierra Copala, y tal vez en toda la Costa Chica, enriquecían el vocabulario de las familias campesinas en su mayoría; es con el fin de que las nuevas generaciones conozcan el lenguaje natural del pueblo que, en nuestros tiempos, fue muy natural, expresivo y de gran valor moral. Ahora, después de tantos años lo reconocemos y recordamos con alegrías y tristezas.

Empezaríamos por recordar el clásico “…te lo dije…”, frase inolvidable que se expresaba y se repetía hasta el cansancio, cuando se castigaba con azotes, bejucazos, reatazos, cuartazos, cintillazos, palmadas, etc., al pequeño travieso, rebelde e indisciplinado, que no obedecía las órdenes de los padres. Solo así se entendía y aprendía en ese tiempo.

También resulta inolvidable el hecho de que en algunas ocasiones en la casa no había dinero para desayunar o almorzar más que “memela a seca”, “memela con sal”, “memela” “embarrada” con chile “machucau”, o a veces con frijolitos también “machucau”, y de beber una jícara, tacita o jarro de café  (más agua que café), o solo agua de la “tinaja”. Y así asistir a clases, en donde a la hora del recreo, solo observar como otros pequeños sí podían comprar sus tacos, paletas, dulces, u otras golosinas. Cuando alguien se apiadaba nos invitaban algo. Claro, sí se sufrió.

Un detalle más fue el momento de jugar, tanto en la escuela como en la calle, inventando algunos juegos chuscos, como aquel que se decía “…onde mea el burro, mea la burra…”, frase que se expresaba cuando alguien hacía algo que otra persona ya había hecho anteriormente. Es decir, burlándose de la imitación.

También vale la pena recordar como en tiempos de lluvia, sin importar el temporal, los pequeños salían a jugar en las calles, saltando, corriendo y retando las fuertes gotas de la lluvia…y nadie se enfermaba, como actualmente. No sin recibir las “regañadas” de los padres.

Otra acción inolvidable de nuestra época fue el famoso juego de las “escondidas”, que regularmente se hacían en las noches, y lo chusco de ese juego fue cuando algún pequeño con tal de no ser encontrado se escondía en donde menos se imaginaban estaría, razón por la cual hubo alguien o varios, que en el juego se quedaban dormidos y sus padres, a altas horas de la noche, tenían que salir a “sabanearlos” hasta que lo  hallaban bien dormido debajo de algún vehículo o carro de la época. O bien abajo de una cama.

Finalmente, por ahora, las famosas “recogidas”, que se referían al juego de canicas, cuando de manera brusca y violenta realizaban algunos mayores de edad caracterizados por ser “malos” y se robaban las canicas “desbaratando” el juego. En algunas veces se podían ver a lo lejos y había tiempo para levantar y esconder las canicas, otras llegaban de sorpresas, cual viles delincuentes.

El espacio no alcanza como para seguir comentando este tipo de anécdotas y acontecimientos muy aleccionadores para las juventudes de ahora. Quizá pronto podamos continuar.

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