Editorial
Es cierto que, a pesar de la pandemia del Covid-19, en estos momentos el país pasa por una grave crisis en inseguridad, por la violencia que azota en todas partes, sin embargo, hay que hacer memoria sobre las cosas que hemos dejado de hacer como familia, para evitar la descomposición social. El escritor inglés Thomas de Quincey hace referencia irónicamente a esta situación: “Si uno empieza por permitirse un asesinato, pronto no le da importancia al robo, del robo pasa a la bebida y a la inobservancia del día del Señor, y acaba por faltar a la buena educación y por dejar las cosas para el día siguiente”. ¿Quién diría que un asesino termina, a consecuencia de ese asesinato, por dejar las cosas para el día siguiente, como su último y más grave pecado? No se puede decir que todo aquel que deja las cosas para el día siguiente se convertirá en un asesino. Pero el verdadero trasfondo de esto, es, en mi opinión, que todo resultado desastroso o admirable comenzó por una acción pequeña, por un paso que parecía totalmente inocente, totalmente inservible, totalmente carente de importancia. Ya sea que una acción tenga resultados positivos o negativos, el factor importante está en percatarnos que una pequeña acción puede tener grandes consecuencias, puede llevarnos a cambiar nuestra vida totalmente sin ser en ese momento conscientes de ello. ¿Qué acción o decisión es menos o más importante que la otra?
