Editorial
Los legisladores, gobernantes y demás aparato burocrático no le entran a la austeridad republicana que tanto exige el presidente Andrés Manuel López Obrador. ¿Por qué? Porque no les da la gana y ellos son los que deciden su futuro, ellos deciden cuánto cobran, ellos supuestamente hacen las leyes (para su beneficio, claro) y ellos “mandan”. Decir que los ciudadanos somos sus patrones, que el pueblo manda, es un absurdo, pues gracias a los contribuyentes ellos viven como reyes, y los reclamos y el odio colectivo que se han ganado no sirven de nada. La burla se ha engrandecido. Simplemente no es posible que de verdad ignoren la crisis que se vive en toda la República Mexicana por la problemática generada por la pandemia del Covid-19 y hagan caso omiso del descontento general. El abuso legislativo va en aumento y el cinismo de estos personajes es increíble. Autorizar una consulta popular para enjuiciar a los expresidentes -en lugar de solo aplicar la ley- y gastarse 500 millones de pesos, habla de la indolencia del gobierno. La austeridad debe ser pareja para todos.