Editorial
Ahora que se acercan los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, nos hace recordar lo orgulloso que nos sentimos cuando se entona el himno nacional mexicano cada vez que un compatriota gana en una justa deportiva. Cuando se juegan los partidos de fútbol de México, las personas se paran a cantarlo con todo el respeto que el lábaro patrio merece. Desde pequeños los padres deberían inculcarles ese respeto a sus hijos al himno y a nuestra bandera. Porque México no son sus gobernantes, no son los criminales, no son los que permiten los crímenes: México somos todos y cada uno de nosotros, y si empezamos poquito a poquito a mostrar ese respeto y amor que debemos tener a nuestro País, es mucho más probable que podamos empezar a cambiar lo que no nos gusta para tener el México en el que todos queremos vivir. Hay que demostrarle a México que lo respetamos y lo amamos, y así un día seremos todos los que demostremos amor y respeto a nuestro País y, entonces, el territorio azteca podrá empezar a cambiar.