Por César González Guerrero
Somos muy afortunados quienes tenemos o tuvimos un Padre; pero más quienes somos Padres. Porque ser Padre es vivir una experiencia inolvidable. Primero porque un Padre significa ser responsable de una familia conformada por una esposa que es la madre de los hijos y estos a su vez representan la esencia del núcleo más importante de la sociedad en general.
Ser Padre implica una serie de características que no todos tenemos. Depende mucho del medio en que se desarrolla. No es el mismo padre de una familia del medio rural que un Padre del área urbana. La diferencia es muy evidente. Por un lado, limitaciones económicas y sociales de pobreza y pobreza extrema y por otro lado una clase media o media baja con muy escasas posibilidades de ascender a una posición social considerada alta. Como sea, ser Padre es un orgullo y una enorme responsabilidad.
Ahora que la modernidad nos permite, desde hace aproximadamente 25 años, honrar al padre, es propicia la ocasión para hacerlo de la mejor manera. Evocar la memoria de aquellos que se nos han adelantado hacia la eternidad y festejar modestamente a quienes aún están vivos. En mi caso, y tal vez de muchos más, este Día del Padre será de muchos recuerdos, la mayoría gratos. Pero también otros no muy agradables. A pesar de todo serán recordados con cariño y veneración.
Este Día del Padre debe servir para reconocer que esta figura merece y merecerá siempre un respeto, no importando lo poco o mucho que nos inculcaron y heredaron. Este Día del Padre debe servir para valorar todo lo que hicieron, desde nuestro nacimiento, para formar hijos agradecidos, con principios y valores morales. Y que ese mismo modelo debe retomarse por las siguientes generaciones. Jamás se debe desviar la educación que por costumbre y tradición aprendimos nosotros los que orgullosamente somos parte de la generación del siglo XX.
Nuestros Padres, también de la misma época, son producto de una cultura del esfuerzo y sacrificio que mucho nos honra y nos compromete a seguir su ejemplo.
Los Padres de familia del siglo XXI, y nuestros hijos, tienen la obligación moral de no perder esa ruta. Y más aún que sus hijos se asombren y admiren de sus antepasados. Pero más aún que superen en todo a los auténticos Padres que lucharon por las buenas costumbres y por una sociedad con personas de bien, productivas y creativas. Como mi padre Santa Cruz González Cortez (que en paz descanse) lo hizo con nosotros, y a él debemos todo lo que somos. Solo así podremos decir que hemos cumplido la alta misión de ser Padres. De lo contrario, pasaremos a la historia como Padres irresponsables.
¡¡Feliz Día del Padre!!