Editorial
Ayer terminaron las campañas electorales más sangrientas de los últimos años, y continua la violencia, los ataques armados contra candidatos y sus familiares —aunado al secuestro de la candidata de Cutzamala, la agresión a la dirigente del OMPRI en Acapulco y las amenazas de un grupo armado en Olinalá—; las declinaciones de última hora de quienes contendían por la oposición y optaron por sumarse a los que llevan ventaja y las versiones de una eventual cancelación de comicios en comunidades y regiones controladas por la policía comunitaria. Lo interesante, es que, conforme se acerca la hora de acudir a las urnas el próximo domingo, se esfuma el optimismo y seguridad de los candidatos de Morena a presidentes municipales en los 80 municipios en las que serán electos en Guerrero, en algunas de las cuales llevaban amplia ventaja y que no solamente se ha acortado sino que, además, en algunos casos van a la par o incluso han sido rebasados por los de la desdeñada coalición Va por México, conformada por PRI-PRD. Aunque, como en todos los casos, la mejor encuesta será la del próximo domingo.
