Editorial
Sucede en cada trascendencia de poder, que se observa cómo cada alcalde, gobernador o presidente de la República quiere dejar una obra magna para que se le recuerde, como los faraones del antiguo Egipto. El problema está en que casi siempre sucede que dejan obras inconclusas que a fuerza dejarán pendientes para las próximas administraciones. Debería de ponerse a consideración la realización de obras ante la población, ya que además se presta a la sospecha de más obra, más moches o prebendas para los que intervienen del sector privado. No vale emplear los escasos recursos en obras de relumbrón si en las colonias hay baches, banquetas deterioradas, falta de luz, escuelas sin mantenimiento, zonas sin agua, hospitales desprovistos de lo necesario en plena pandemia de Covid-19. Si nuestros flamantes gobernantes de verdad desean devolver la dignidad al urbanismo, deberían suprimir los anuncios espectaculares donde presumen sus “grandes avances”.