Editorial
La Cámara de Representantes de EE.UU votó la semana pasada en favor de crear un mecanismo para la naturalización de los llamados dreamers -jóvenes indocumentados llegados al país siendo menores-, de trabajadores agrícolas migrantes y de inmigrantes que huyeron de la guerra o desastres naturales. Cualquier estadounidense, incluyendo a Donald Trump, que revise su árbol genealógico encontrará que sus padres, abuelos u otra generación fueron migrantes, ya que hay que recordar que los nativos fueron aniquilados por los migrantes de varios países europeos, así que atacar a los migrantes es atacar a la misma esencia de los Estados Unidos. Los migrantes mexicanos son de los más trabajadores. El día que el expresidente Trump hiciera el trabajo que realiza un mexicano, allá se moría de cansancio o de un paro cardiaco. Una sola verdad dijo Trump cuando fue presidente: para los gringos republicanos, los mexicanos no somos amigos. Claro, ellos no tienen amigos, sólo intereses.