Editorial
Al parecer, nuestra desgastada clase política está lejos de entender el sentir y las necesidades del pueblo que mantiene sus despilfarros. Es insultante ver una cantidad desmedida de publicidad en bardas y edificios públicos, anuncios pagados en redes sociales y espectaculares por todos los municipios con información vacía, populista; con fotografías de los políticos sonrientes que no tienen más resultado que burlarse de la inteligencia de los ciudadanos de a pie, esos que nos levantamos todos los días a trabajar para mantener a esta malandra clase política. En redes sociales se gastan una millonada en mantener toda una infraestructura de tecnología para también inundarnos de información inútil. Lo peor es que seguimos en franca autoflagelación diciendo que México es el país más corrupto del mundo, como si esto fuera casualidad o la mala suerte lo ocasionara. Olvidamos que para que llegáramos a este nivel de corrupción validamos a nuestros políticos a través de las urnas.