Editorial
Los horribles crímenes de una niña en Tixtla y una enfermera en Acapulco, hablan de la descomposición social y degradación de los valores humanos, así como de la frialdad total que reina en nuestra entidad. Otro evento más que veremos los guerrerenses desfilar de paso gracias a la ineptitud de autoridades procuradoras de justicias, a desalmados que asesinan mujeres y las ultrajan con tanta crueldad, ante el regocijo que la justicia nunca llega. Como sociedad, debemos exigir lo importante es urgente, que es revertir la pérdida de credibilidad en la Fiscalía. No tendremos paz social y normalidad institucional en Guerrero si no se actúa de inmediato. Es necesario que las autoridades federales de justicia doblen su orgullo y vuelvan a ver a la entidad suriana, ya que la convulsión en la que se encuentra inmerso el estado, lo ubica como la entidad que puede poner en riesgo al país entero. Recordemos que, en Guerrero, es donde la gente ha tomado las armas cuando se harta del abuso del poder.