Editorial
Bien dice el dicho, que aquellos que olvidan su historia, están obligados a repetirla. Año tras año sucede lo mismo, llega esa fecha que está marcada en nuestros corazones y que sin traspié decimos: “2 de octubre no se olvida”. Una frase trillada para un país que así vive, un país que así se reconoce y que sin problema vive del olvido. Somos el pueblo dormido, el pueblo que todo olvida, el pueblo que se indigna por cinco minutos en redes sociales y después vive con una felicidad disfrazada. Ya es hora de dejar de vivir engañados, porque ¿para qué levantar una bandera así?, ¿para qué decir que esa fecha no se olvida?, si la realidad es que hemos vivido muchos sucesos así y siempre los olvidamos. ¿Qué pasó con Aguas Blancas?, ¿qué sucede ahora con la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa en Iguala? La palabra y la acción deben ir de la mano, nuestro peor error como ciudadanos es mencionar palabras que lamentablemente no hemos podido sostener.
