Editorial
El fin de semana se cumplió un año más de la tragedia en Iguala, como si los extraterrestres los hubieran raptado, desaparecieron 43 normalistas de Ayotzinapa, sin dejar rastro alguno. Ya casi se cumplirán 6 años y los ciudadanos aún no tenemos respuesta por parte de las autoridades federales de la Cuarta Transformación que prometieron resolver el asunto. La situación de los estudiantes ya no solo es de México, sino en el mundo. Lo peor es que de forma constante, rebasando nuestras expectativas, hechos cada vez más terroríficos aparecen en las planas de los diarios nacionales. Tal como las múltiples ejecuciones en un centro de rehabilitación en Guanajuato, las fosas clandestinas de Guadalajara y Acapulco o atentados contra el propio secretario de Seguridad Pública de la Ciudad de México a través del crimen organizado para amedrentar a las autoridades, que responden con abrazos y no con balazos. Estos hechos, con el día a día de la agenda informativa, quedan olvidados o sobrepuestos por nuevos incidentes, lo cual genera el olvido, pero no la solución de los problemas. Se necesita que en la República se restablezca de forma verdadera la paz y el orden.
