Editorial
Este domingo se conmemoró el Día de la Libertad de Expresión en México, sin ningún festejo ni algarabía en esta importante fecha, porque los tiempos difíciles que vive el país reflejan que no hay nada que festejar. En los últimos 17 años han sido asesinados 104 comunicadores por cuestiones que tienen que ver con su quehacer periodístico, quiere decir, casi dos comunicadores por mes. Aunque en el año 2010 el gobierno de Enrique Peña Nieto (sexenio donde más crímenes contra periodistas se han cometido) instauró una Fiscalía especial en atención a periodistas, hasta el momento, el 99 por ciento de crímenes contra comunicadores no se ha resuelto. Desde el 2019 México es el país más mortal para ejercer la libertad de prensa, y desde la llegada del gobierno de López Obrador, también la libertad de expresión se ha vuelto vulnerable, ya que no solo los reporteros que se atreven a cuestionar al gobierno federal son atacados o señalados de “Fifis”, “Conservadores”, “Neoliberales” o “Derechairos”, sino también todo aquel que desde sus redes sociales haga uso de su libertad de manifestación. Por eso, no hay nada que festejar en México.