Por César González Guerrero
La Victoria es un término, un concepto y un nombre con un profundo significado. Su origen está en una situación de dificultad, crisis o necesidad. Representa el símbolo de triunfo, alegría y felicidad. Se considera una señal de logro, resultado favorable, positivo y optimista. Quizá por ello todos pretenden alcanzar la Victoria en los diversos aspectos de la existencia humana. Por supuesto, es lo contrario de la derrota y la pérdida, de lo negativo y pesimista.
En circunstancias adversas la Victoria sabe mejor y se disfruta más. Quienes tienen la fortuna de llevar el nombre de Victoria representan algo muy importante, trascendental y de gran impacto. Frases históricas como la del legendario Ernesto “Che” Guevara: “…hasta la Victoria siempre…” nos ubican en un contexto de lucha, resistencia, movimiento, cambio y transformación social. Y todo ello lleva implícito un sacrificio y riesgo. Es así como muchas mujeres célebres, sobretodo, han sido honradas con el nombre de Victoria.
En esta ocasión me refiero a mi nieta Victoria, como un caso excepcional de vida que hace 11 años, un 27 de mayo del 2009 experimentamos con su nacimiento prematuro, con solo 5 meses, y para sobrevivir tuvo que pasar 4 meses dentro de una vitrina llamada incubadora en el hospital Adolfo López Mateos de la Ciudad de México. Un nacimiento que técnicamente se le conoce como prematuro y de acuerdo a las estadísticas de 100 solo 1 alcanza llega a vivir.
Cabe destacar que en su proceso de desarrollo estos pequeños prematuros tienen muchas cualidades, se caracterizan por ser de lucha, persistentes, resistentes, valientes, fuertes, capaces, triunfadores, inteligentes, con mucha energía y talentosos. Y me refiero a todos, niñas y niños.
Los días y las noches transcurridas de mayo a septiembre atentos a las indicaciones, se hicieron eternos pero bien valió la pena. Fueron tiempos de incertidumbre que los propios médicos no garantizaban salvar su vida. Todo el esfuerzo realizado por el personal que la atendió demostró una vez más, que sí hay calidad, valores y principios morales en nuestros trabajadores de la salud. Aunque también se debe reconocer que la fuerza espiritual se hizo presente a través del párroco Jesús Cuevas Ventura (en paz descanse mi inolvidable compadre), mismo que acudió a hasta su vitrina a hacer sus oraciones y por la situación de urgencia bautizarla ahí mismo con el nombre de Victoria. Aquí también deseo reiterar mi agradecimiento a mucha gente que estuvo apoyando, y sigue estando muy cerca de Victoria; por respeto al espacio y a mis amables lectores no es posible mencionar. Espero haya otra oportunidad para hacerlo.
Actualmente, así como la llegada de Victoria, y sin lugar a dudas de muchos pequeños más, fue un logro del profesionalismo, la ciencia y la tecnología, hoy estamos convencidos de que vamos a obtener la Victoria sobre el Coronavirus; desde luego siempre y cuando cada uno de nosotros atienda y cumpla con las restricciones instrumentadas por las autoridades respectivas.
Por eso ahora, en plena contingencia sanitaria por el COVID 19, vale la pena reconocer la calidad profesional de las doctoras y doctores mexicanos, y de todo el personal que labora en los hospitales del país. No cabe duda que las instituciones emanadas de la Revolución Mexicana, en este caso educativas como de salud, están al servicio del pueblo y están sirviendo bien.
En lo particular deseo expresar a Victoria Michí González, mi nieta, el mejor de los éxitos hoy y siempre, en ocasión de haber cumplido un año más de vida y fructífera existencia. Su nacimiento, sin duda, es una gran Victoria. ¡¡Felicidades y mucho éxito ¡¡Victoria!!