Editorial
El lunes, con las medidas del Gobierno Federal que prohíben entre otras cosas la circulación, la apertura de negocios y los viajes ya vigentes, fue notable ver cómo miles de comerciantes guerrerenses ignoraban la orden y se afanaban en sus labores diarias, yendo y viniendo por toda las ciudades pese a en muchos casos ser conscientes de las limitaciones. Tal fue así que el propio gobierno estatal admitió que la jornada sirvió como preparación y advertencia para la orden de inamovilidad total que, ya de forma activa y fiscalizada se podría aplicar y que puede llevar incluso a prisión preventiva a quien desobedezca. Con aproximadamente el 70% de la población activa que se desempeña en sectores informales en Guerrero, las medidas de confinamiento dejan literalmente al descubierto a miles de personas enfrentadas a la terrible disyuntiva de tener que elegir entre la enfermedad o, en no pocos casos, el hambre.