Editorial
A los integrantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores (CNTE) y al Secretario de Educación, no les interesa que México salga adelante. No puede ser posible que estos grupúsculos de rijosos sean los dueños de la educación en varios estados de la República. Debe haber muchísimos verdaderos maestros que sí quieren trabajar, y hay que despedir a todos aquellos que llevan meses sin laborar, pero cobrando su sueldo completo. Los Estados de Oaxaca, Chiapas y Guerrero han sido secuestrados por una horda de delincuentes, a los que amenazan sus dizques líderes con perder sus empleos, mientras la mayoría de los ciudadanos comunes y corrientes pagan el pato. Basta con observar a los vándalos de la CETEG disfrazados con piel de profesores que constantemente se apoderan de las calles de Chilpancingo y las carreteras de varias partes de Guerrero. El Gobierno federal ya debería haber resuelto esta gran problemática nacional que atenta contra el futuro de nuestra niñez.