*Integrantes de la Organización “Movimiento por la Verdad y la Justicia de los Desaparecidos de la Guerra Sucia de los Años 60’s, 70’s y 80’s”, demandaron que el gobierno federal les otorgue la reparación de los daños, y el despojo de los bienes materiales en que incurrió el Estado Mexicano contra los campesinos indefensos; sobrevivientes y familiares de desaparecidos presentan públicamente sus testimonios
Atoyac de Álvarez, Gro., 02 de Diciembre de 2019.- En el marco del 45 aniversario luctuoso del profesor rural y guerrillero, Lucio Cabañas Barrientos abatido en un enfrentamiento con soldados de la 27 zona militar en la sierra de El Otatal, municipio de Tecpan de Galeana, integrantes de la Organización “Movimiento por la Verdad y la Justicia de los Desaparecidos de la Guerra Sucia de los Años 60’s, 70’s y 80’s”, demandaron que el gobierno federal les otorgue la reparación de los daños, y el despojo de los bienes materiales en que incurrió el Estado Mexicano contra los campesinos indefensos, durante la llamada Guerra Sucia.
El representante de esta Organización, Luis de la Cruz Fierro, dijo que con fecha 25 de Noviembre después de salir de un diálogo que sostuvieron en la Secretaría de Gobernación federal en la Ciudad de México, acordaron dar una conferencia de prensa en Atoyac, para dar a conocer los objetivos de su lucha.
Destacó entre las exigencias que el gobierno les dé a conocer el paradero de sus familiares que fueron víctimas de esa represión y que sean presentados vivos o muertos “que nos digan dónde están, para ir por ellos y darles cristiana sepultura”.
“Estamos exigiendo la reparación de bienes materiales como los insumos de alimentación, ganado, puercos, aves, pérdidas de cosecha del café y otras pérdidas”, subrayó.
Explicó que también a la par exigirán la reparación del daño por desaparición forzada de personas y pidió que se agilice la ayuda económica y de la canasta básica para los afectados como lo marca la ley general de víctimas “que ya no le den largas a este asunto que nos paguen, porque es un derecho que tenemos”, añadió.
Demandó que se agilicen los registros de las víctimas en la Ley Nacional que se tiene que tramitar ante la Comisión Ejecutiva, porque este trámite se ha retrasado, ya que se tiene que presentar una denuncia ante el Ministerio Público para tener acceso a esta ayuda.
Indicó que esta agrupación está conformada por alrededor de 60 personas de diversas comunidades, sin embargo, cada día se suman más gente que deciden separarse de otras organizaciones, “porque los dirigentes son abusivos”, denunció.
“Convocamos a todos los colectivos a que nos unamos, porque es el mismo dolor por la pérdida de nuestro ser querido y que respetemos las autonomías colectivas; hagamos unidad de acción, para lograr los objetivos por que la unión es la fuerza”, concluyó.
DESGARRADORES TESTIMONIOS DE SOBREVIVIENTES Y FAMILIARES DE DESAPARECIDOS
Doña Fidencia Bello Zamora originaria de la población serrana de Corrales de Río Chiquito, recordó que su familia vivió en carne propia la embestida del gobierno, durante la guerrilla de Lucio Cabañas Barrientos en la década de los años 70s.
Contó que los más oprimidos fueron los campesinos indefensos que tuvieron que salir huyendo de sus pueblos, para no ser aprehendidos y sometidos a crueles torturas abandonando sus tierras de cultivo, casas, ganado, granjas de aves, cerdos, bestias mulares y perdieron además sus cosechas de café, maíz, frijol.
Relató que los militares desaparecieron a su esposo, Nicolás Tabarez Noriega, a quien después supo que se habían llevado en un helicóptero junto con otros campesinos, cuando ella tenía apenas 4 meses de embarazo de uno de sus hijos, por lo que se fue buscarlo al punto conocido como “El Pará”, sin lograr encontrarlo hasta la fecha.
Dijo que fueron momentos difíciles por la ausencia del jefe de la casa, ya que muchas mujeres se quedaron solas con sus hijos y no podían salir ni a sus huertas o a buscar leña al campo, porque eran constantemente vigilados por el ejército.
Comentó que a partir de estos sucesos se dio a la tarea de buscar a su esposo en México, donde tuvieron entrevistas con el ex presidente, Luis Echeverría Álvarez y con el entonces gobernador de Guerrero, Rubén Figueroa Figueroa, quien se comprometió con las madres de familia a devolverles a sus hijos desaparecidos, sin embargo, días después los militares sitiaron Río Chiquito y sacaron a la gente, quemaron su casa y sus pertenencias, por ello, se fue a vivir a El Ticuí con unos parientes.
Por su parte, el campesino Juan Onofre Gómez originario de este municipio, quien es uno de los sobrevivientes de la llamada “Guerra Sucia”, relató que alrededor de la medianoche fue llevado por los militares maniatado de pies y manos en la cajuela de un vehículo desde el cuartel de Atoyac, actual Ciudad de los Servicios, hasta la 27 zona militar en Acapulco.
En el trayecto en varias ocasiones estuvo a punto de morir asfixiado por las torturas que recibió para que aceptara que era guerrillero de Lucio Cabañas Barrientos y en Coyuca le abrieron la cajuela para que tomara un poco de aire y siguieron con el recorrido al puerto, agregó.
Dijo que escuchó que los militares querían matarlo para terminar con los guerrilleros, pero optaron por seguir torturándolo y ahí recibió una patada que le causó una fuerte hemorragia en el cráneo y le dejó una cicatriz en su frente al golpearse con una pared.
Doña Luisa Vázquez Vázquez de 84 años de edad, originaria de Santiago de la Unión, dijo con tristeza que el ejército se llevó a su esposo y sus cinco hijos quedaron en el desamparo, por lo que con esfuerzo logró alimentarlos y sacarlos adelante, sin embargo, su mamá y su hermana murieron con la esperanza de volver a ver con vida a sus familiares desaparecidos.
“Queremos que el gobierno nos ayude, porque fueron gentes, no animales los que se llevaron”, reiteró.
Dijo que hoy forman parte del Movimiento por la Verdad y la Justicia de los Desaparecidos de la Guerra Sucia de los Años 60’s, 70’s y 80’s, para que el gobierno les otorgue la reparación de los bienes materiales y que sean incluidos en los programas alimenticios, porque al igual que otras familias afectadas, están en el desamparo. (Por Dimas Arzeta)