A LA EXPECTATIVA
Por Jorge Martínez Dionicio
Desde que comenzó la campaña de Andrés Manuel López Obrador para lograr lo que ahora es, presidente de la República, en redes sociales se observó cómo la gente se desbordó por un político “bonachón” que buscó siempre llevar como bandera el ser generoso y a través del golpeteo político hacia los partidos derechistas como el PRI y PAN, fue que ganó aún más seguidores.
Tanto fue su fuerza lograda a través de lo que ya describimos que algunos ya lo vanagloriaban a tal grado de colocarlo como su Mecías.
Las redes sociales en esta pasada elección, fueron fundamentales para que los seguidores de Andrés Manuel López Obrador, defendieran los ideales del que iba a ser el presidente de la República, a tal grado, de aferrarse a algo donde no había nada, y de defender lo indefendible.
Los morenistas ahora se creen dueños de la verdad absoluta, esa verdad que ellos creen que existe, que sienten, que palpan, que los hace soñar y defender al presidente donde no se puede defenderlo.
He conocido priistas, panistas, perredistas, actores políticos del partido que usted me diga. Todos con errores, con aciertos. Pero no tan peleados con la idea de tener siempre la verdad absoluta.
El día martes 22 de este mes, un grupo de alcaldes guerrerenses y de toda la República Mexicana, llegó hasta Palacio Nacional. La protesta se tornó áspera cuando comenzaron a golpear la puerta de ese edificio. Se decidió entonces, rosear gas lacrimógeno.
La actitud por demás déspota, inconsciente y contradictoria del presidente Andrés Manuel López Obrador, generó polémica incluso en el Congreso local, donde se escucharon calificativos como “ratas diezmeros”. Aclaro antes, lo de déspota es porque el presidente ni siquiera se tomó la molestia de escucharlos, algo que según Obrador, siempre ha priorizado a través del amor y la paz. Lo de inconsciente es porque pareció un simple capricho el ordenar lanzar gas lacrimógeno en vez de buscar una reunión para dialogar, para llegar a un acuerdo. No hubo conciencia. Y lo de contradictoria es porque siempre ha dejado en claro que los edificios gubernamentales, oficiales, en este caso Palacio Nacional, son del pueblo y que siempre tienen que ofrecerse de puertas abiertas.
Esta agresión en contra de los alcaldes que fue calificada por la federación como una “disuasión” al conflicto que se vivía afuera generado por la inconformidad de los primeros ediles, fue calificada en el Congreso local como una violación a los derechos humanos, abuso de autoridad y de no priorizar la libertad de expresión de los que ahí protestaban.
Incluso, se comparó con el caso del hijo del narcotraficante Joaquín Guzmán Lorea, Ovidio Guzmán, a quien incluso, dejaron en libertad a pesar de haber una orden de aprehensión con fines de extradición a los Estados Unidos.
La cosa no fue pareja, dijeron los diputados del PRI, PAN y PRD. Ahí, faltó ese valor, en Palacio Nacional, sobró.
En conferencia de prensa matutina, el presidente López Obrador justificó el hecho porque dice que ahora habrá aplicación de recursos sin discrecionalidad y que es eso lo que finalmente pelean, el no tener “a manos llenas” ese dinero que les llegaba dentro de los ramos 28 y 33.
La verdad absoluta no existe. Los militantes y simpatizantes de Morena creen tenerla, no ahora, siempre. Es como un síntoma que después se convierte en alergia. Los atacas y contraatacan diez veces. No debaten, pelean. No muestran capacidad intelectual para mostrar argumentos. Seguiremos a la expectativa.