Editorial
Con la llegada de Morena al poder, partido que se proclama de izquierda, insistieron en que el petróleo es de todos los mexicanos. Los ciudadanos sabemos que es una mentira total. Lo que sí vemos es que si, supuestamente, Pemex es de todos, en qué cabeza cabe apostarle a las refinerías que están destinadas al fracaso. En cualquier empresa privada, si alguna planta ya no es negocio, se cierra y se liquida al personal. Si se pudiera reubicar aparte del personal, por supuesto que no sería con las condiciones que se hacen en la paraestatal. Se demuestra nuevamente, que los sindicatos mal liderados, solamente llevan a la quiebra a las empresas y hacen de los líderes sindicales unos multimillonarios. Con razón Pemex está quebrado. Por un lado, los funcionarios la utilizan como “caja chica” y por el otro lado, que puede ser peor, el sindicato exprime a más no poder a la paraestatal. Ahí se demuestra que no es de todos, sólo de algunos políticos y del líder sindical, Carlos Romero Deschamps.
