Editorial
En México se vive una “democracia diluida”, por tanto podría decirse que ya no es democracia. Gran parte el siglo XX, fuimos gobernados por un solo partido hegemónico, la primera grieta al sistema monolítico se abre con el triunfo del primer Gobernador postulado por la oposición en 1989. En 1993, con la aprobación del financiamiento público a los partidos políticos, la contienda se vuelve un poco más equitativa, permitiendo que en el primer año del siglo XXI llegue un candidato de la Oposición a la Presidencia de la República. Sin embargo, con el tiempo el financiamiento público a los partidos políticos se pervierte al convertirse en un negocio. Partidos políticos que actualmente se embolsan más de 5 mil millones de pesos al año y la sustitución de aquellos honorables miembros de la Oposición que luchaban exclusivamente por ideales y no por prebendas. Hoy, los partidos están infiltrados de oportunistas en busca de privilegios, por lo que el ciudadano común y corriente está decepcionado de los partidos políticos en general, ninguno de los existentes es convincente y, en consecuencia, hubo la necesidad de autorizar candidatos independientes.